El mensaje salta en tu pantalla del ordenador y lo primero que ves es que apenas ocupa un párrafo. Es evidente que es un mensaje de rechazo. Si no lo fuera, sería más largo. Lo segundo que ves es la palabra gracias acompañada de un “sigue escribiendo”. Buscas la palabra no y la encuentras enseguida. Te preguntas: ¿están rechazando mi novela, o me rechazan a mí? ¿Qué te importaría más? ¿Qué te dolería más? ¿No sois tu novela y tú exactamente lo mismo?
Al enviar un manuscrito a un editorial, después de haber trabajado en él durante mucho tiempo, lo primero que intentas es no hacerte ilusiones.
Que me acepten es imposible. Es muy improbable que me digan que sí. Es improbable incluso que reciba una respuesta. De todas formas, una negativa no me frenará. Tengo diecinueve años y un largo camino por delante. Puedo escribir otro libro. Puedo escribir veinticinco más. De hecho, después de este manuscrito han llegado otros dos. Puedo incluso corregir este y seguir intentándolo.
¿Y si la aceptan?
Escribiré más libros. Escribiré otro libro y después veinticinco más. De hecho, después de este manuscrito he acabado otros dos. Pero mi vida cambiaría. Y tanto que cambiaría.
Que quieran mi libro significa que mis historias merecen la pena, que yo merezco la pena. Me ayudará a tomar impulso para seguir escribiendo con más ganas y con más fuerza que nunca. Me dará aliento. Mi historia estará publicada, en papel, con las letras impresas en el papel y una bonita portada. Todo aquel que quiera leerla podrá hacerlo.
Todo aquel que quiera leer mi libro, lo hará. Mi libro ya no será sólo mío. Quizás le cambie la vida a alguien. Quizás un lector se emocione, o disfrute, o se entretenga. Alguien llevará mi libro en su mochila para seguir leyendo en el transporte público. Hablará de él, pensará en él, anotará la lectura en su diario o en Goodreads. Quizás subraye su fragmento favorito. Quizás se identifique con un personaje.
Este libro debe ser publicado. La editorial me dirá que sí. Es una historia buena, la mejor que he escrito, la mejor que escribiré nunca. Le doy voz a algo importante. ¡Soy la voz de mi generación!
Este libro es bueno, original, nadie ha leído nada así nunca.
Por supuesto que me dirán que sí. Será un sí entusiasta y yo lloraré y saltaré de la alegría. ¿A quién llamaré primero? ¿Cómo sonarán en mi voz las palabras: lo he conseguido?
Este sí será un paso más y eso es lo que quería: dar un paso más hacia delante en un camino que estoy ansiosa por seguir recorriendo.
Un
Paso
Más.
Entonces llega el no. Y el muchas gracias. Y el sigue escribiendo. Un mensaje corto y la pregunta: ¿te rechazan a ti o rechazan el manuscrito? ¿Lo han leído? ¿Les ha parecido horrendo? ¿Simplemente no encaja en su editorial? ¿Significa esto que tu historia no será publicada nunca en la vida? ¿Significa esto que ninguna de las historias que escribas será publicada? ¿Es un mal libro? ¿Eres una mala escritora?
¿Has retrocedido en este camino en vez de dar
Un
Paso
Más?
Te quedas congelada ante el ordenador. Se lo dices a alguien. Aceptas un abrazo. Sientes la decepción durante un buen rato y esa decepción, y esa duda, te acompaña durante el resto del día. Esta es tu primera carta de rechazo. La primera vez que envías un manuscrito, una propuesta, a una editorial, intentando no hacerte ilusiones pero creándote tantas que podrías llenar un museo con ellas. Esta es la primera vez que una editorial rechaza tu novela.
No es un paso hacia atrás. Es un paso hacia delante.
Raquel
Querida Raquel, aunque no haya pasado todavía por esa situación, siento lo real que es todo lo que dices y compartirlo es muy bonito. Porque todos nos hacemos ilusiones siempre, aunque tratemos de negarlo, en este tema o en cualquier otro. Y cuando me den ese “no” (porque lo harán), ver que no soy la única que se había hecho ilusiones, ver que soñar no es malo, que solo hay que saber enfocar esos sentimientos… ver esta entrada escrita tan hermosamente me animará (a mí y a cualquiera) a seguir adelante. Porque de la escritura he aprendido que escribiendo no existen los pasos atrás y eso es realmente maravilloso.
Besos!!
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Muchísimas gracias por tus palabras, Sandra, y me alegro muchísimo de que hayas encontrado útil una entrada como esta.
Esa lección es, sin duda, muy importante: no hay pasos atrás.
¡Un abrazo!
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